Restaurante Cocodak

Calle Carlos Cañal, 3 41001 Sevilla
Teléfono: 652 58 02 63

La cocina coreana ha ido ganando terreno en Sevilla en los últimos años, conquistando a un público curioso que busca nuevos sabores y experiencias gastronómicas distintas. Entre aromas de salsa de soja, ajo, picante y sésamo, los restaurantes coreanos de la ciudad han sabido abrirse paso ofreciendo platos llenos de color, intensidad y equilibrio. En este contexto, destaca Cocodak, un restaurante que abrió sus puertas en julio de 2020 en la calle Carlos Cañal y que se ha convertido en un referente para quienes quieren probar el auténtico pollo frito coreano y otras especialidades de la k-culture culinaria. Detrás de este proyecto están Coco y Mario, una pareja que se enamoró de Sevilla y decidió quedarse para compartir los sabores de su tierra con los sevillanos. El nombre “Cocodak” resume a la perfección el espíritu del lugar: es un juego de sonidos y significados que une lo personal con lo gastronómico. “Coco” alude a su dueña y a la vez funciona como un sonido simpático y fácil de recordar, casi imitando el canto del gallo, mientras que “Dak” (닭) significa literalmente “pollo” en coreano. El resultado es un nombre alegre, directo y con identidad propia, igual que su cocina: una fusión entre la tradición coreana y la calidez sevillana, servida con sabor, energía y mucho corazón desde hace cinco años.

Al cruzar el umbral de Cocodak, la atmósfera cambia con sutileza: lo que parecía una casa sevillana tradicional se transforma en un espacio luminoso y contemporáneo, donde lo coreano se insinúa sin imponerse. Las paredes blancas amplifican la luz natural y están decoradas con delicados trazos florales, como dibujos lineales que aportan un toque artístico y sereno. A la entrada, una barra de madera recibe con cercanía, marcando el inicio de un recorrido que gira en torno a la cocina, situada en el corazón del local. Esta distribución divide el comedor en dos zonas: una más abierta y dinámica cerca de la entrada, ideal para encuentros espontáneos, y otra más recogida al fondo, donde una pizarra repleta de mensajes y dibujos escritos a mano añade calidez y personalidad. La iluminación juega un papel clave: lámparas colgantes, en su mayoría metálicas, crean un ambiente acogedor, con luces suaves. El mobiliario combina sillas naranjas con mesas de madera, aportando un aire moderno y desenfadado, mientras que el suelo, con mosaicos geométricos, rompe la simetría y añade carácter al conjunto. Todo está pensado para que la estética urbana conviva con guiños coreanos y una sensación de hogar, haciendo de Cocodak un lugar donde la comida, la música y la energía se entrelazan con naturalidad.

Cocodak es un restaurante coreano conocido por su deliciosa cocina callejera y su especialidad en pollo frito, una de las insignias más queridas por jóvenes y adultos en Corea. Su cocina ofrece sabores intensos y variados que reflejan la esencia de la gastronomía coreana. El pollo frito, crujiente por fuera y jugoso por dentro, se sirve en diferentes versiones: el Combo de Pollo Frito de 3 sabores (29,00 €) incluye Yangñom, Ganchang y crema; el Mitad y Mitad (29 ,00 €) combina dos de ellos; el Pollo Frito sin salsa, ideal para quienes prefieren el sabor natural. Los más aventureros pueden probar el Yangñom con salsa roja dulce (26,00 € el plato, 15,00 € medio), una versión ligeramente picante y adictiva; el Ganchang con salsa de soja, miel y ajo, que equilibra lo dulce y salado; o el Yang Cream, bañado en una cremosa mezcla de mayonesa y cebolla. Además del pollo, Cocodak ofrece auténticos platos de la k-culture como el Manduguk (13,00 €), Sundubu Juigae (14,00 €), Chapche (13,00 €), Topoki (14,00 €), pastel de arroz con salsa picante; el Rose Topoki (15,00 €), una versión más suave con nata; y los populares rollitos coreanos Atún Kimbap (12,00 €) y Yubu Kimbap (13,00 €). Para acompañar, arrovlanco (1,50 €) o Kimchi (3,00 €). Cada plato refleja la pasión por la cocina coreana y su equilibrio entre texturas, colores y sabores. Nada acompaña mejor al pollo frito coreano que una cerveza Cass, ligera y refrescante, perfecta para equilibrar los sabores picantes y dulces del Yangñom o el toque salado del Ganchang. Los que prefieren algo más tradicional pueden optar por un vaso de soju, el destilado coreano por excelencia.

Eso sí, conviene saber a lo que se viene. Pedir desde una tablet puede resultar impersonal, y el ritmo del servicio, ágil, casi automático, recuerda al de un local de comida rápida. La comida llega demasiado seguida, sin pausas, y en apenas media hora la experiencia puede estar resuelta. La carta es corta, centrada en lo esencial, y aunque eso limita opciones, también refuerza la especialización: aquí se viene a comer pollo, y lo hacen realmente bien. Por unos 50,50 € para tres personas, se come con calidad y sin sorpresas en la cuenta. Cocodak no pretende ser un restaurante tradicional ni una experiencia pausada. Es directo, sabroso y eficaz. Y en medio de esa rapidez, consigue algo valioso: ofrecer un viaje breve pero intenso a Corea, con su cocina, su estética y su cultura pop. Un rincón inesperado en una antigua casa sevillana, donde el K-pop, el hangul y el pollo crujiente conviven con naturalidad.

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